Seremos Kirchneristas?

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Uno es antioficialista casi por principio filosófico, pero ya lo dijo el hombre del bastón, no nos une el amor, bueno pues que nos una el espanto. A continuación dos voces dos:

I: LA PROPIEDAD DE LA TIERRA ES UN ROBO. LO QUE NO SE HABLA EN EL CONFLICTO AGRARIO.
by F. Soñez.

En un tiempo en que los eufemismos encubren la decadencia ideológica y el lenguaje "políticamente correcto" es una forma de la gramática del capital, el conflicto agrario es un buen motivo para que los que no renunciamos a las ideas republicanas nos atrevamos a decir algunas cosas. Y recordar otras ya dichas.
Lo primero es reafirmar que creemos en lo expresado por Gracchus Babeuf en su Manifiesto de los Plebeyos: "Que la tierra no es de nadie,sino que es de todos."
Para nosotros, los dueños de la tierra, los que extraen una renta de la propiedad del suelo son ladrones. Y si aún hay dueños de la tierra es porque los despojados, los ofendidos y los derrotados hemos sido nosotros. Pero deben saber que la rebelión continúa.
Esto antes lo sabían todos. ¿Cómo imaginar y construir una República sin terminar con los terratenientes? Difícil empresa. Por eso Thomas Paine a las formas del gobierno mixto le agrega las Leyes agrarias. Sin éstas no hay República, sin el acceso de todos a la tierra hay tiranía. Por eso Thomas Jefferson, creyendo que hay que permitir el acceso a la tierra, pero que ésto es imposible para todos, escribe los siguiente: "Si para estimular la laboriosidad permitimos que (la tierra) se objeto de apropiación, hemos de cuidar que exista otra ocupación para los excluidos de ella. Si no lo hacemos, el derecho fundamental a cultivar la tierra retorna a los desempleados".
¿Cuántos desempleados hay en la Argentina? ¿Cuantos trabajan sin registro y por monedas? ¿Cuantos chicos son explotados en nuestro país?
¿Quién está hablando de algún tipo de reforma Agraria? ¿Quién está cuestionando la propiedad de la tierra?
No, estos señores están defendiendo la renta-bilidad.
Se quejan de los impuestos que cobra el Estado. Pero esa fue la forma, muy tibia, muy de asegurales la propiedad, que eligieron las Repúblicas Burguesas para redistribuir un poco, para morigerar el escándalo, para funcionar de alguna forma.
Pero del impuesto que cobran los dueños de la tierra no dicen nada. ¿Por qué callan que los dueños de la tierra cobran por usarla un impuesto privado que también representa el 40% de la producción? ¿Con qué derecho estos señores se apropian para sí de esa renta? Por supuesto, la respuesta de los reaccionarios es que tienen derecho porque son los dueños. Es decir que ellos pueden cobrar un impuesto igual o mayor a las retenciones que aplica el Estado, pero ese tributo resulta incuestionable porque lo aplican quienes usan el sacrosanto derecho a la apropiación privada de la tierra? ¿Por qué tienen derecho? Porque la compraron o la heredaron. Fabuloso argumento. Ya el Viejo Topo había dicho que con igual criterio se puede justificar la prostitución o la esaclavitud. Si usted pago por un hombre, es suyo, sabe. Muy Bien .Para nosotros el terrateniente es alguién "para quién la tierra ya no repesenta otra cosa que determinado impuesto en dinero que recauda, mediante su monopolio" Esto dice Karl Marx. El monopolio de la tierra, un bien escaso esa es la clave. "El monopolio de una porción del planeta capacita al terrateniente para percibir el tributo, para imponer una tasa", sigue Karl Heinrich Mordejái Marx, en su tercer tomito de Das Kapital.
Pero el hijo de Treveris explica algo más. Nos dice que la tierra no sólo vale porque es escasa sino por lo que de ella se puede sacar y porque hay una capacidad social de adquirir esos productos. Es decir que el dueño de tierra se apodera sin hacer nada del resultado de la producitividad social del trabajo, del producto de desarrollo social que permite determinada producción y su compra. Este producto, como es obvio, es resultado del trabajo del conjunto de la sociedad. La producción agrícola depende de la capacidad y la laboriosidad de la población no agrícola, ya que con su necesidad y su demanda, la tierra se valoriza. Por eso, como sigue diciendo Marx, los dueños de la tierra "meten en sus propios bolsillos el resultado producido, sin su concurso, por el dasarrollo social". Para decirlo en cristiano antiguo, los dueños de la tierra cobran por un trabajo que hizo Dios, y se apropian así del trabajo de los hombres, del trabajo agrícola y del no agrícola.

Nostros no reconocemos el derecho a la propiedad de la tierra, como no reconocemos derecho alguno a quien pretenda comprar el río.
Volviendo al viejo Jefferson, si queremos establecer una República y permitimos la apropiación privada de la tierra, entonces debemos asegurarnos con impuestos que los que han sido privados de ella puedan vivir. Nostros creemos que la apropiación privada de la tierra es un robo. Que el impuesto que los dueños de la tierra cobran a los que producen, en la forma de arrendamiento o alquiler, es un robo al conjunto de la sociedad. De igual forma, si el que la produce es el dueño, también se roba la parte de su ingreso generado por la renta de la tierra. Esos ladrones son nuestros enemigos.
Recordemos una cosa más, en la moderna producción capitalista del campo, "los verdaderos agricultores son asalariados"
Si las retenciones son el mejor sistema fiscal para que el Estado recaude es un tema debatible. Lo que no se puede debatir es que la República tiene el derecho a cobrar impuestos. Los que no tienen derecho a cobrar son los dueños de la Tierra.
Nosotros proponemos la Nacionalización de la tierra. De ésta forma la República cobraría como impuesto lo que hoy se roban los apropiadores de la tierra, la renta del suelo. Ese monto es muy parecido a las retenciones y entonces éstas no serían necesarias.
Pero ¿Por qué no hablan de esto las patronales ruralistas? ¿Por qué se oponen exclusivamente a lo que recuada el Estado? ¿Por qué no denuncian que la rentabilidad se achica por lo que deben ceder a los dueños de la tierra?
La respuesta es fácil.
También es fácil saber de qué lado está cada uno.


II- Concierto metálico sin cuerdas, by Orlando Barone

El caceroleo, cacerolada o cacerolazo es una manifestación de bazar menaje.
Se hace siempre de noche porque como participa la familia es la hora en que todos ya están en casa. Entonces se sale con cacerolas y se las golpea con un cucharón o con la tapa. Eso sí lavadas con detergente caro por las mucamas. Producen un ruido metálico, pero no bélico. Y suenan más refinadas que esos bombos de manifestaciones bárbaras. Vendría a ser la versión google del antiguo asalto a la Bastilla y de las desordenadas e incorregibles masas de los años setenta. Hoy es distinto: lucen el look "light ", edulcorante. Pero con estilo rezongo de pelea de consorcio.

Los "caceroleteros" y "caceroleteras" aunque no combaten una dictadura ni a una Junta militar, emplean más rabia y sed de venganza que si así fuera. La idea de que una olla y una espumadera sean la forma de reacción contra el gobierno elegido, aporta el disfraz doméstico y familiar al mensaje, aparte de una determinación ética apenas interesada en un detallecito económico, campestre.

La prueba de su pacifismo es que solo se arma de utensilios gastronómicos.
Hay en ese ruído de teflón, aluminio o acero ( según el tipo y la categoría del usuario) un modelo cívico de rebelión simpática. Se propone demostrar que si los votos que ganan elecciones no son calificados, los vecinos calificados reaccionan fuera de las urnas. Que si el pueblo elige mal, la
ciudadanía sapiente sale a la calle a tratar de corregir el desacierto. Esta interpretación escénica de bazar y menaje no podría hacerse en zonas donde las únicas chapas que hay para hacer ruído son las de los techos de las casas. Requiere mesadas bien equipadas; cacerolas para fondo de salsa, para baño María, para cocción de mariscos o dulces de frutos del bosque. El "caceroleo" de anoche no nació de una utopía. No hace falta tanto para reducir y hacer volver atrás las retenciones. Pero por suerte hace falta mucho más que cacerolas y "caceroleteros" para arriesgar la democracia.
Aunque todavía algunos fantasean con oscuras nostalgias.

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