Quentin Tarantino y la selectividad penal

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Habrá Tarantino leido a Zaffaroni? Por lo pronto Earl Mcgraw en Death Proff nos da un buen ejemplo de la selectividad secundaria del sistema penal.


-Bueno, pa. ¿Qué opinas?

- Hijo, antes que nada, lo que pienso es tan morboso que me cuesta decirlo en voz alta.

- Inténtalo.

- Lo que tenemos aquí es un caso de homicidio en accidente de tránsito. Ese tipo asesinó a las muchachas. Usó un auto en lugar de un hacha, pero están muertas de cualquier manera.

- ¿Qué vas a hacer?

- Absolutamente nada. El fiscal dice que no hay delito aquí. Todas las chicas estaban llenas de alcohol y marihuana, y el tipo ahí adentro está limpio.

- ¿De verdad piensas que él asesinó a las chicas con premeditación?

- Bueno, no puedo probarlo. Pero, como pensar no cuesta nada, lo pienso.

- Sí, pero, pa, él también terminó muy lastimado.

- Sí, está herido pero, demonios... Pareciera que un gigante se comió a esas chicas, las masticó y las escupió.

- ¿Alguna sobrevivió?

- Mierda. Dos toneladas de metal a 300 kilómetros por hora. Carne y hueso, y el viejo Newton. Todas las princesas murieron.

-¿Por qué?

- Bueno, supongo que fue una cuestión de sexo. Es lo único que se me ocurre. Un impacto a alta velocidad, metal torcido, vidrio destrozado... Las cuatro almas partieron exactamente en el mismo momento. Debe ser la única manera en que ese cretino diabólico alcanza un orgasmo. Creo que lo único que nos puede servir para atrapar a ese bastardo es el homicidio sin premeditación de la chica de la caja de la muerte. Y el cargo sería sólo por negligencia. Pero está el maldito camarero que testificará que Doble Mike no tomó ni una gota de alcohol en toda la noche. Y a su pasajera la había dejado plantada su cita, nada menos que en medio de la lluvia, y fue ella la que le pidió que la llevara. A simple vista, parecerá que él sólo trataba de ayudarla. Así lo verá el jurado.

- ¿Y qué vas a hacer, pa?

- Bueno, podría encargarme yo mismo del caso. Podría trabajar en mis ratos libres. Buscar evidencia para probar mi teoría. Alertar a las autoridades. Seguir al hijo de puta vaya a donde vaya. O podría invertir todo ese tiempo y esa energía en las carreras de NASCAR. Lo estuve pensando mucho. Creo que seré muchísimo más feliz haciendo lo segundo. Y como no puedo castigar al viejo Frankenstein por lo que hizo, te diré lo mismo que el Señor le dijo a Juan: Si vuelve a hacerlo, me aseguraré de que no lo haga en Texas.

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