Borges traduce a Kafka

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Borges Traductor

Borges y Kafka "Ante la ley" *

Borges fue siempre un asiduo lector de Kafka.

En el artículo periodístico “Un sueño eterno”, publicado el 3 de julio de 1983 en El país de Madrid, en ocasión del centenario del nacimiento de Kafka, Borges reconoce la influencia que el escritor checo tiene en su obra:

“Yo he escrito también algunos cuentos en los cuales traté ambiciosa e inútilmente de ser Kafka. Hay uno titulado “La Biblioteca de Babel” y algún otro, que fueron ejercicios en donde traté de ser Kafka”.

Escribió los cuentos kafkianos “La Biblioteca de Babel” y “La lotería de Babilonia”, admiró en sus ficciones la invención de situaciones intolerables y ensayó alusiones, poemas, artículos y conferencias en honor del checo. Pero Borges recién fue Kafka cuando lo tradujo.

“Ante la ley” (“Vor dem Gesetz”)

La primera traducción que Borges hizo de “Ante la Ley” apareció publicada en la revista El Hogar, el 27 de mayo de 1938. “En estas páginas he hablado muchas veces de Kafka. He aquí, traducido del alemán, uno de sus cuentos fantásticos”, nos dice.

Y era bien cierto que Kafka era una visita frecuente en sus páginas: El 6 de agosto de 1937 Borges había realizado una “Reseña Biográfica” de El Proceso en la que identificaba a un precursor de las ficciones de Kafka: Zenón de Elea, inventor de la carrera interminable de Aquiles y la tortuga. Sólo algunos meses después, el 29 de octubre, en una “Biografía Sintética”, había afirmado: “no me parece casual que en El proceso y El castillo falten los capítulos intermedios: también en la paradoja de Zenón faltan los puntos infinitos que deben recorrer Aquiles y la tortuga”.

Casi treinta años después de la traducción original de “Ante la Ley” en la revista El Hogar, en septiembre de 1965, incluye la fábula en la Antología de literatura fantástica, preparada en colaboración con Bioy Casares y Silvina Ocampo. A pesar de que el volumen evita cualquier mención de fuentes y traductores, resulta indudable que esta nueva versión también es de su autoría. La certeza no parte de la perfecta identidad entre los dos textos, sino de algunos elementos comunes, que sólo pueden ser responsabilidad de una misma persona.

Un guardián prohíbe a un hombre la entrada a la Ley. Como la puerta de la Ley sigue abierta y el guardián está a un lado, el hombre se agacha para espiar. El guardián ríe y dice:

«Wenn es dich so lockt, versuche es doch, trotz meines Verbotes hineinzugehn. Merke aber: Ich bin mächtig. Und ich bin nur der unterste Türhüter. Von Saal zu Saal stehn aber Türhüter, einer mächtiger als der andere. Schon den Anblick des dritten kann nicht einmal ich mehr ertragen.»

Arriesguemos una traducción literal de su advertencia:

“Si tanto te tienta, prueba entrar a pesar de mi prohibición. Pero ten esto en cuenta: yo soy fuerte. Y soy el de menor rango entre los guardianes. En cada sala hay un guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que ni yo puedo soportar.”

Borges prefiere pasar por alto el desafío del guardián y no referirse a la Ley en términos de “tentaciones”. En sus dos versiones traduce:

“Fíjate bien: soy muy fuerte. Y soy el más subalterno de los guardianes. Adentro no hay una sala que no esté custodiada por su guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que yo mismo no puedo soportar.”

Borges omite la primera oración por completo: “Si tanto te tienta, prueba entrar a pesar de mi prohibición”. De esta manera, sólo deja al campesino la opción de rogar y sobornar a aquel guardián, como si no hubiese otros después. El campesino de Borges no tiene alternativa, mientras que el de Kafka parece tenerla y no aprovecharla.

Borges esconde la única llave de acceso a la Ley.

Por otra parte, una de las imágenes que Borges evita con su eliminación tiene reminiscencias particularmente sugestivas para la tradición judía, en la que Kafka está inmerso: la tentación. El guardián invita al campesino a sucumbir a la “tentación” de entrar, si le resulta imposible resistirse. El árbol de la ciencia y la tentación de Adán y Eva, la primera tentación a un quebrantamiento de la ley.

Hay otros cambios introducidos por Borges que no suponen un alejamiento del texto original en cuanto al sentido, pero que contribuyen a darle a sus traducciones un tono personal, que las hace únicas e irrepetibles:

“[...]pero al fijarse en el guardián con su capa de piel, su gran nariz aguda y su larga y deshilachada barba de tártaro, resuelve que más vale esperar”.

Aquella larga y deshilachada barba de tártaro, tan vistosa y cargada de sugerencias, es acaso la imagen que Borges mismo tiene de su propio guardián. El de Kafka apenas luce una larga, fina y negra barba de tártaro. «Denn langen, dünnen, schwarzen tatarischen Bart», nos dice.

Después de largos años de espera, el campesino olvida la infinita serie de guardianes y considera al primero de ellos, frente a él, su único obstáculo para ingresar a la Ley.

«Er verflucht den unglücklichen Zufall, in den ersten Jahren rücksichtslos und laut, später, als er alt wird, brummt er nur noch vor sich hin (...)»

Literalmente, “en los primeros años maldice a gritos su mala suerte; más tarde, cuando envejece, sólo murmura para sí”.

Pero otra vez Borges prefiere, siempre fiel al espíritu del texto, tomarse libertades en su versión. En este tramo se perciben nítidas las palabras propias del traductor sobre las originales.

“En los primeros años maldice a gritos su destino perverso; con la vejez, la maldición decae en rezongo”.

La “mala suerte” del campesino se ha transformado en algo mucho más terrible: un “destino perverso”. Las palabras alemanas para “destino” son Los, Schicksal y Geschick. Kafka, sin embargo, eligió escribir Zufall, que significa casualidad, azar. En este contexto, Zufall también podría significar “suerte”, pero —más allá del camino por el que puedan conducirnos las interpretaciones— no puede ser traducido como destino ineludible. ¿Por qué habrá elegido Kafka la palabra Zufall? No es aventurado imaginar a Borges haciéndose la misma pregunta mientras reescribía el texto.

Borges Poeta es quien escribe “con la vejez, la maldición decae en rezongo”.

En su segunda traducción, Borges invierte el orden natural de las palabras y cambia “destino perverso” por “perverso destino”. Por otra parte, el “rezongo” del hombre se vuelve “quejumbre”, lo que estéticamente no parece una elección feliz.

Además de estas dos, existen otras cinco diferencias entre las propias traducciones de Borges.

Treinta años después de la primera, corrige la expresión “el hombre de campaña” por “el hombre de campo”. El cambio resulta acertado, puesto que, si bien en América el término es utilizado con el mismo significado que “campo”, sus principales acepciones remiten a artillería, o al conjunto de actos que se aplican a conseguir un fin determinado. La palabra “campo”, en cambio, no deja lugar a dudas.

En un primer momento traduce la frase jedem und immer como “en todo momento a todos los hombres”. Jedem significa “a cualquiera”, immer significa “siempre”. Más tarde, sin embargo, parece considerar que la referencia al tiempo no tiene importancia, o ya está implícita, y traduce, simplemente: “La Ley debe ser accesible a todos los hombres”.

Las diferencias restantes son menores.

Reemplaza la palabra “poderoso” por “importante” (“[El guardián] lo interroga acerca de su hogar y de otros asuntos, pero de una manera impersonal, como de señor poderoso / como de señor importante”).

En la primera versión, “el hombre no le quita los ojos de encima”; en la segunda, “el hombre no deja de mirarlo”.

Por último, hacia el final del texto, Borges se corrige en el uso de una conjugación verbal: “¿Será posible que en los años que espero nadie ha querido entrar sino yo?” se transforma en “¿Será posible que en los años que espero nadie haya querido entrar...?”.

Borges traduciría más textos de Kafka, lo atestiguan los volúmenes de cuentos titulados La Metamorfosis, publicado en 1938 por editorial Losada, y El buitre, de la colección La biblioteca de Babel, publicado originalmente en 1979 por Librería La Ciudad / F. M. Ricci. Pero esa ya es otra historia. Acaso corresponda contarla en otra oportunidad.

© Miguel Sardegna y Mariana Alonso

* Fragmento de un capítulo del libro inédito Borges Traductor, Miguel Sardegna, Mariana Alonso, 2006.


Fuente original: http://www.revistaaxolotl.com.ar/borgestrad09.htm

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