El juego de las lagrimas

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En la Universidad Nacional de Entre Ríos se esta discutiendo un régimen de incompatibilidades. Hace un tiempo hubo un régimen de incompatibilidades, pero se dejo sin efecto. Ahora se discute otra vez. Va a haber incompatibilidades aquí, muy bien, era hora. Sin embargo la propuesta del rectorado establece incompatibilidades solo al interior del sistema educacional, dejando afuera a los ejercicios privados de las profesiones, a las relaciones de dependencias, a los funcionarados públicos, a los contratos diversos.

Poco igualitario verdad? O solo es una sensación? Escuchar argumentar a quienes tienen algún cargo en el estado, o son prósperos abogados o contadores, a favor de ese régimen desigual de incompatibilidad nos confunde un poco. Pensabamos que lo mas igualitario es tener en cuenta el criterio “tiempo de trabajo”. La ecuación es simple. Si tu desempeño en una, digamos, asesoria en el poder legislativo, te insume 30 horas de trabajo semanales, parece lógico que no puedas dedicarte mas de 20 horas a las actividades docentes, al fin de cuentas el dia solo tiene 24 horas.

Así que, inspirados en el amigo Rawls, escribimos el siguiente opúsculo intitulado:

INCOMPATIBILIDADES

Entre lo racional y lo razonable

Tres jugadores se reúnen para diseñar las reglas de un nuevo juego. El jugador A mide 2.15 m. El jugador A propone que las anotaciones deben realizarse en un aro ubicado a 3 m de altura. El Jugador B es muy hábil con los pies. El jugador B propone que el balón no debe ser tocado con las manos. El jugador C es fuerte y robusto. El jugador C propone que no debe haber limitaciones al contacto físico.

El resultado es un juego en el cual debe intentarse introducir el balón con el pie en un aro a 3 m de altura mientras los otros jugadores usan nuestro cuerpo como una bolsa de arena. Sin dudas es un juego atractivo para el espectador, es un juego impregnado de una racionalidad irrefutable dado que cada jugador propuso reglas que maximizaran sus capacidades personales. Sin embargo es un juego donde con toda probabilidad los jugadores sean lesionados asiduamente y donde marcar un tanto resulte un acontecimiento excepcional. Es ese un juego razonable?

Sostener nuestro autointereses, blindar nuestras particulares posiciones, intentar consolidar y elevar nuestra potencia implica un discurso y una practica racional. Quien, en buen uso de sus facultades mentales, no desearía maximizar sus beneficios?

Tales impulsos son entonces, racionales, propios de nuestras subjetividades. Sin embargo el asunto se vuelve un poco mas complicado a la hora de conjugar los intereses particulares con los de los colectivos a los cuales pertenecemos. Posiblemente nuestras posiciones ingresen en conflicto con las posiciones del resto, probablemente otras subjetividades intenten potenciar sus propios autointereses, y quizás el resultado final de la disputa, una disputa en la que cada quien atienda a su juego, se resuelva en función de factores que no tengan como horizonte soluciones razonablemente justas.

El conflicto entonces se resolverá de acuerdo a otras variables. Correlaciones de fuerzas, dinámicas institucionales, estrategias políticas, acuerdos tácticos.

Cada quien habrá actuado de acuerdo a su propia racionalidad y le tocará mejor o peor suerte. Un Juego en el cual las reglas se fijen de acuerdo al interés individual de cada jugador quizás resulte atractivo, pero difícilmente resulte razonable. Las reglas de un juego tal, difícilmente sean imparciales.

La justicia es imparcialidad? Debería serlo, al menos en términos de la justicia ideal. Un ideal de justicia como imparcialidad nos remite a unas reglas de juego que no favorezcan a ningún jugador en particular. Para lograr ese tipo de justicia los jugadores deberían desconocer si son altos, hábiles con los pies, o fuertes y robustos.

El modelo es ideal y, podríamos decir, impracticable. Pero si coincidimos con esto, deberíamos coincidir en que las reglas de juego se acerquen lo mas posible a ese ideal.

Supongamos entonces que no sabemos. Que no conocemos cuantas horas cátedra acumulamos, que ignoremos si somos funcionarios públicos, empleados o profesionales. No tenemos idea si nos dedicamos a la docencia en forma exclusiva, o si estamos a cargo de 5 cátedras y además ejercemos nuestra profesión y además somos asesores de algún diputado provincial.

Inmersos en tanta ignorancia, que reglas de juego creeríamos mas justas? Nos parecería razonable y justo un régimen de incompatibilidad sólo al interior del sistema educativo? Nos parecería razonable y justo que un docente con 50 horas a la vez pueda ser funcionario, o ejercer su profesión? O nos parecería razonable y justo que las funciones docentes no se erosionen? No nos parecería justo que quienes se dedican solamente a la docencia y quienes, además de la docencia, desarrollen otras actividades estuviesen en pie de igualdad? No nos parecería razonable y justo decir: "Usted tiene 50/60 horas, si además usted le dedica 40 horas a otra actividad laboral su labor docente no será optima, pues no podrá estudiar, no podrá preparar sus clases, sus alumnos no tendrán enseñanza de calidad, no podrá actualizarse, obturara el ingreso de otros individuos a la función docente?"

John Rawls distinguió racionalidad de razonabilidad. Lo racional es el egoísmo individual, aquello que nosotros preferimos teniendo en cuenta nuestra conveniencia y aquello que deseamos maximizar en beneficio propio. Lo razonable es tener en cuenta el interés ajeno en nuestras consideraciones y buscar la cooperación, la mutua reciprocidad aun a expensas de los intereses individuales. Sin el concurso de ambos principios no puede darse una cooperación social estable.

Si no conocemos nuestra posición, intentaremos formular reglas de juego imparciales, pues esas reglas maximizaran el beneficio del conjunto, y el propio.

Hagamos el esfuerzo de discutir sobre un régimen de incompatibilidades pretendiendo que no sabemos. Que no sabemos que es lo que nos perjudica o nos beneficia individualmente. No desearíamos unas reglas de juego que nos otorguen el conjunto más extenso de derechos y beneficios compatible con la atribución a todos de ese mismo conjunto de derechos y beneficios?

No seria esto justo y razonable?

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