La provincia de Santiago del Estero, poblada por mestizos de las culturas quichuas que viven en la zona del gran Chaco Americano, ha soportado desde mediados del siglo XIX la acción devastadora de las grandes empresas forestales de capitales europeos, que constituyeron grandes latifundios, donde los hacheros santiagueños eran los esclavos de estos verdaderos feudos medievales. Cuando la explotación forestal dejó de ser un gran negocio, los empresarios abandonaron esta provincia, dejando a miles de familias sin trabajo, que se fueron afincando en las tierras abandonadas por los obrajes, transformándose así en campesinos agricultores. Allí hicieron sus ranchos, abrieron caminos, construyeron escuelas y trabajaron la tierra.
Hoy hay en Santiago del Estero 14.719 explotaciones familiares con cultivos extensivos (algodón, hortícola, etc.). El derecho a la posesión veinteñal existe en la legislación argentina, pero los campesinos ocupantes de estas tierras no tienen los medios económicos necesarios para hacer valer este derecho y conseguir los títulos de propiedad. A partir de los años 80 y en distintas regiones de esta provincia fueron surgiendo distintas organizaciones representativas de los intereses de este sector, constituyéndose desde el año 1989 el MOVIMIENTO CAMPESINO DE SANTIAGO DEL ESTERO (MO.CA.SE).
Desde hace 10 años, y en todos los lugares que los campesinos y campesinas han generado organizaciones en forma cooperativa o de tipo sindicales, han sufrido atropellos, torturas, violencias, intentos de desalojo con topadoras, llamadas telefónicas con amenazas a las sedes de sus Centrales Campesinas, mensajes indirectos a sus periodistas, técnicos de ONGs, detención ilegal y sin orden escrita, golpes y torturas en los calabozos de las comisarías rurales.
El Mocase tiene algo que decir sobre el paro agrario, lease aquí.
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